martes, 28 de julio de 2009

El Hombre de la Cara de libro

Por Camilo Suárez

El 14 de mayo de 1984, Mark Elliot Zuckerberg nació en la pequeña ciudad de White Plains (U.S.A). Creció en el seno de una acomodada familia judía en la ciudad de Nueva York. A Mark, no le hizo falta cursar el último año de bachillerato para descubrir su vocación profesional, pues apenas siendo un peladito de 11 años ya era un experto programador de computadoras. Gracias a su talento, al finalizar el bachillerato se hizo merecedor de un cupo para estudiar en la Universidad de Harvard y, por su parte, de una exclusiva casilla en las listas del FBI en calidad de hacker.

Era dueño de una personalidad retraída y de un estilo de vestir que contrastaba con los puñados de sofisticadas personalidades que desfilan por los pasillos de este afamado campus universitario. Debido a su frágil carácter y desdichado atractivo físico, solo sus compañeros de dormitorio lo acogieron. Quienes conocieron esta faceta, que encajaba cabalmente con el arquetipo social de un completo perdedor, afirmaban que tenía un magnetismo invertido pues lejos de acercar, alejaba a las personas, y de manera especial, a las mujeres.

Una noche, Mark fue objeto de un nuevo rechazo por parte de una chica. Suceso que se convirtió en el detonante de una idea que había encubado hacía un tiempo atrás. Por eso, una vez se despidió de la chica decidió ir a su dormitorio y encender su computador. Acto seguido, ingresó de manera ilegal a cada uno de las páginas web en donde aparecía la información personal de las estudiantes de la universidad. Así, robó sus fotos y creó un portal de internet llamado Flashmash, cuyo objeto no era otro que promover la calificación de las imágenes de las chicas de acuerdo a sus atributos físicos. En cuestión de dos horas 22.000 personas habían votado y la red de la escuela por poco colapsa.

Este hecho, sumado al motor que movía su vida; la búsqueda insaciable por conseguir sexo, lo llevó a registrar el nombre de un portal de internet que, en principio, solo funcionaría para aquellos que fueran tenedores de un correo electrónico de Harvard, el cual tituló: “Thefacebook”. Tuvo que pasar dos semanas para que el 85 por ciento de los alumnos de esta institución fueran parte de la red, y no más de cinco años para que contara con 250 millones de usuarios en todo el mundo.

En los días en que el medio que cambió nuestra forma de relacionarnos se estaba iniciando, Mark vivió por primera vez la experiencia de ser reconocido y en el baño de un bar tuvo sexo con una estudiante asiática. Había cumplido su fetiche. Poco tiempo después, celebraba en un bar de Nueva York, en compañía de sus socios y cantidades alarmantes de licor, que su red ya tenía a 1 millón de usuarios. Esa noche, no fue rechazado por otra chica, sino conducido por la mano de una preciosa y seductora modelo de Victoria Secret hacia un hotel.

Esta es la historia publicada por Ben Mezrich en el libro The Accidental Billionaries”, sobre el fundador y actual presidente de Facebook, quien a sus cortos 25 años, ya figura en la listas de los millonarios más poderosos del mundo. Una historia de sexo, dinero y genialidad, pero, que, más allá de lo fútil y divertida, es una metáfora de los valores del mundo banal en el que vivimos.

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