sábado, 23 de enero de 2010

La Nueva Esperanza

Por Camilo Suárez

Dice la canción de Bowie: "… podemos ser héroes, sólo por un día... wa wa wa chu waa waa"

La música es honesta, siempre dice la verdad. Nada como ella sabe expresar lo que queremos oír; no hay otra voz que tenga más poder para convertir sonidos en sentimientos. Sólo ella sabe llegar a las profundidades del estómago, cuando quiere y donde quiere, serpenteando de forma tierna y dócil. No hace falta hablar sobre cuál es el género musical que trae consigo mejores mensajes, ya que depende de la individualidad de cada quien proyectarse en uno u otro tipo de melodía.

Con la música, al igual que en el terreno de la economía con la oferta de bienes y servicios, estamos facultadas para optar o no por hacer realidad los mensajes que ella nos revela.

Pues bien, en mi último viaje a Suecia, durante la visita oficial que realicé a la planta central de producción de Volvo, en Gotemburgo, y que alberga a cerca de 35.000 empleados en sus instalaciones, fui testigo y partícipe del accidente que le pudo haber cambiado la vida a tantas familias como trabajadores tiene la empresa en su sede, y, así mismo, llevar al declive económico a una nación que mantiene los más altos estándares de calidad de vida, en buena parte, gracias a esta insigne compañía.

Albert, el gerente operativo de Volvo, servía aquella mañana como nuestro guía, un hombre robusto y de gran talla, cuya virtud capital no era ser políglota, sino conocer cada rincón de ese enorme complejo industrial como las uñas de su mano. Eran las 11:02 a.m. cuando ingresamos al pabellón de ensamble y prueba de turbinas de aeronaves. Al instante, bastó ver la expresión del rostro de Albert al observar desde el balcón lo que estaba sucediendo abajo, para darnos cuenta que algo andaba mal.

Una fuga de combustible de un camión transportador de gasolina, que se disponía a suministrarle a turbinas que se iban a ensayar, junto a una chispa generada por una cortadora de acero, desató un incendio que, sumado a la propulsión de aire de un motor de avión encendido que estaba en marcha en ese momento, se disipó en cuestión de segundos por el lugar, incinerando todo a su paso como plástico en una hoguera. Rápidamente, supe que la única forma de detener una tragedia mayor era encontrar la forma de apagar la turbina, así que fui en busca de una máscara que me facilitara respirar. Una vez me la puse descendí a la plataforma operativa, disipando las llamas que se cruzaban a mi paso con un extinguidor de hidrógeno. Muchos trabajadores corrían detrás de mí para favorecerse de la esfera de aire que generaba mi presencia con el tanque redentor. Se me ocurrió que la única forma posible de apagar esa máquina era arrojar el extinguidor dentro de la turbina encendida, en aras de atrofiarla. Con la ayuda y el esfuerzo colosal que pusieron mis hombros Logré mi cometido, aquel feroz motor se detuvo, y en cuestión de minutos fue posible controlar las llamas que asediaban el lugar. No hubo pérdidas humanas, y, pese a que el fuego alcanzó a consumir buena parte del capital físico de la compañía, el resultado pudo haber sido de dimensiones incalculables.

Por esto, tanto el gobierno como el pueblo sueco, en días pasados me honraron con un caluroso homenaje público, que tuvo amplia difusión en los medios. Para ellos, el que yo no hubiera abandonado el edificio, como sí lo hicieron los demás, sumado al hecho que tampoco era trabajador de la compañía, fue un acto heroico. El recuento de esta historia se recogió en un video en formato de cine, que el mismo Estado financió con recursos del erario público.

El video lo comparto con el lector. Para verlo, sólo debe ir al link que aparece debajo de este párrafo (copie y péguelo en una pestaña de internet), tenga un poco de paciencia mientras se carga, esta puede tardar entre 3 y 5 minutos.

http://en.tackfilm.se/?id=1264268765499RA94



"Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. la vida, en realidad, es una calle de sentido único."

Agatha Christie