lunes, 22 de marzo de 2010

Una Razón Para Invitar a Henry Rollins a Casa




Una Razón Para Invitar a Henry Rollins a Casa
Por Camilo Suárez

Antes de apagar la luz y caer dormidos, en la cama de una pareja de esposos, la mujer, quien tiene su cuerpo cubierto por sábanas, le pregunta a su marido con un tono taciturno.

- ¿Qué ha pasado, ya no te siento en mí? ¿Luego, ya no me amas? - Y al tiempo que exhala una honda bocanada de aire se dice así misma - ¡Cuánto extraño al hombre que un día robó mi corazón!

Unos pocos segundos transcurrieron al ritmo de horas enteras antes de que él respondiera, manteniendo su mirada en la pantalla del televisor, con su mano izquierda detrás de su cuello y con la otra sosteniendo el control.

- ¡No pasa nada, Mi vida! Últimamente he sentido que el trabajo se ha apoderado de mí.

Él, al tiempo que observa insistente el noticiero de las 10, se dice así mismo: - Esta señora ya no recuerda que en los tiempos que cuestionó mi amor hacia ella, y se me entregaba con reserva yo estaba enfermo de amor.

El hombre piensa que lo más conveniente es salirse cuanto antes de aquella perturbadora situación y se le ocurre entonces decir que tiene unas ganas incontrolables de mear. Lentamente se pone en pie, se saca el calzoncillo del culo y alzando el pie derecho, respetando el protocolo, se tira un estruendoso peo y camina hacia el baño, mira fijamente hacia el techo y mea complacido. Formando una cesta con ambas manos bebe agua de la llave. Acto seguido apaga la luz del baño y cierra la puerta, camina con suavidad hacia el escritorio, toma asiento en su silla de cuero giratoria, enciende el computador y conecta los audífonos, el explorador abre como página de inicio "You tube". Sin tener ningún plan en su mente, abre uno de sus videos favoritos; una sonrisa cómplice se dibujó en su rostro en gracia del coro veraz e insolente de la canción del Mentiroso, que, a propósito, funcionaba mejor que cualquier otra melodía para sobrellevar momentos como este.

Agradeció a las gratas casualidades que siempre traen consigo los impulsos, y a Henry Rollins por prestarle su hombro. Regresó a la cama, apagó la luz de la mesa de noche, se enroscó un silenciador en el culo para soltarse otro peo, y pronunció la frase con la que suele poner punto final a cada día, ¡Hasta mañana, Cariño!


Largo de Aquí




Largo de Aquí
Por Camilo Suárez

Mañana quiero amanecer en un mundo nuevo, al menos con otro sueño en el que mi mente ocupe todo su tiempo, y si no es mucho pedir, me conformo con oir una canción que me dibuje una risa en mi boca y un caminado original. Por lo pronto, voy a mi cama a buscar entre mis manos algo que no me deje pensar más en ti, pues hoy no pude. Por una razón que ignoro deseo que conozcas a alguien en tu viaje, y te marches caminando, amarrada a tu nuevo par de brazos. Quiero que seas tú y no yo el que se vaya. Yo no me iré, estaré ahí, amándote en silencio, viviendo para ti.