martes, 6 de julio de 2010

Voces Sabias

Voces Sabias

Por Camilo Suárez

A pesar de la pensadera, al final del día, casi entrada la media noche, puedo constatar una sentencia que los viejos, o la gente sabia, o Agatha Christie - la misma da - repiten con frecuencia: "la vida se trata de ir hacia adelante"

De repente, y en el momento más indicado, mi vida ha dado un vuelco. El amor se ha encausado en mi senda. Encuentro gracioso decirlo, por lo novedoso que me resulta, pero sin duda esa palabra, o sentimiento, o virtud, o vicio, o lo que sea que signifique, de qué manera imprescindible para cualquiera, representa aquello que durante mucho tiempo pensé que no era para mí. Ha llegado en medio de una mezcla inverosímil de insistencia y paciencia, por mi parte la respuesta, a pesar de que en un principio, por decantar su carácter real, me rehusé a aceptar el llamado y quise huír una vez más, como siempre lo había hecho, amparado en la comodidad de los viejos hábitos, al final opté por acogerlo con devoción; desde entonces mi corazón, los sentidos y la mente se han abierto al cariño de una mujer, quien no sólo me ofrece momentos memorables, sino también me conduce hacia altísimas proyecciones personales.

Al final de este día pude encontrar tranquilidad interior, supongo que el apego y desenfreno propio de los buenos amores sólo tiene un lado incómodo, y es el deseo intermitente de que la unión permanezca incólume. Los temores inducidos por pensamientos virulentos se han disipado, como los olores con el viento. En el curso de la vida humana los cambios forman parte esencial de ella, y es necesario asumirlos con gallardía y responsabilidad. Mi existencia debe evolucionar, está determinada para ello. No debo ver hacia atrás, ni extrañar con nostalgia las viejas costumbres; sólo es conveniente entender que todas mis vivencias pretéritas trazaron la ruta de mi presente.

No es lo mismo conversar con uno mismo que encerrarse en uno mismo. El primero de estos hábitos, si se hace con frecuencia, suele ser saludable para la salud de nuestra identidad, el segundo, en cambio, conlleva a un distanciamiento de la realidad. No hay mejor remedio para la confusión que generan los derroches de pensamientos propios que acudir a la candidez de las voces sabias, o amigas - la misma da - pues estas menguan los delirios y despejan los interrogantes que aparecen a medio andar.

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